A nadie se le oculta ya que la presidenta de la abogacía española cobra cuantiosas dietas de cuya cuantía considera que no debe dar explicación a nadie.
A nadie se le oculta ya que a la presidenta de la abogacía española no le gusta que ningún abogado reivindique para la profesión ninguna mejora y que si lo hace será ignorado o criticado y siempre condenado al ostracismo.
A nadie se le oculta ya que la presidenta de la abogacía española usa de los medios de comunicación que pagamos todos los abogados y abogadas de España en su único y exclusivo beneficio. Periodistas, community managers y demás medios contratados por ella y pagados por todos no se destinan a informar de la actualidad de la abogacía sino única y exclusivamente de aquello que la presidenta desea.
A nadie se le oculta ya que la presidenta de la abogacía española ha generado a su alrededor redes de intereses que antes defienden su permanencia en el cargo que los intereses generales de la abogacía.
A nadie se le oculta que los contratos firmados por la presidenta en materias tecnológicas son un completo fracaso que está costando mucho dinero a los abogados y abogadas de España.
A nadie se le oculta ya que a la presidenta de la abogacía española ha ahondado en las interrelaciones entre Consejo General de la Abogacía y Mutualidad hasta generar un peligroso núcleo de poder que la ayuda a permanecer en el cargo y premia fidelidades.
Y ahora por la prensa sabemos que a nadie se le oculta ya tampoco que la presidenta de la abogacía española está sumiendo al Consejo General de la Abogacía Española que acabaremos pagando todos los abogados y abogadas de España.
La realidad es que a nadie se le oculta ya que la presidenta de la abogacía española es el problema.
Y hay que resolverlo lo antes posible.
