Las abogadas y abogados reunidas en Córdoba, entendiendo que no se encuentran suficientemente representadas sus demandas, que faltan cauces de resolución de los enormes retos presentes de nuestra profesión, hemos debatido y aprobado más de 40 ponencias en las que, en términos generales, además de acordar constituirnos bajo el nombre de RED DE ABOGADAS Y ABOGADAS DE ESPAÑA, expresamos públicamente lo siguiente:
Primero. Nuestros servicios y nuestras personas se están convirtiendo en mercancía en un mercado sin ley. Necesitamos una ley del mercado de los servicios jurídicos, para proteger a la abogacía tradicional de las plataformas que precarizan y rompen la relación personal de confianza entre clientes y los profesionales de la abogacía. Queremos vernos en igualdad de condiciones con la regulación de otros estados miembros de la Unión Europea, contar con una imprescindible normativa que establezca las condiciones del mercado de los servicios jurídicos para evitar la precarización y asegurar al justiciable la cualificación de los prestadores del servicio. Recordar a la sociedad que la prestación de servicios jurídicos constituye una actividad fundamental para el respeto de la dignidad humana.
Segundo. Es un objetivo esencial la dignificación del turno de oficio. Hoy no existe un trato digno ni una retribución justa para quienes destinamos parte de nuestra labor profesional a atender a los más necesitados, cumpliendo una función constitucional de hacer efectivo el derecho a la defensa, a fin de lograr la tutela judicial efectiva como columna vertebral del Estado de Derecho.
Tercero. No estamos socialmente protegidos por la Mutualidad de la Abogacía. Esta entidad no resuelve correctamente los problemas graves a los que una abogada o un abogado se puede enfrentar a lo largo de su carrera profesional, ni en el aspecto procedimental, ni en la atención personal. Quien requiere la atención de la Mutualidad suele hallarse en una situación de vulnerabilidad, que en numerosos casos es ignorada.
Tercero. El ejercicio profesional perjudica más de lo soportable nuestra vida personal y familiar. No podemos hacer la conciliación mínima imprescindible. Es necesaria una norma que reconozca y recoja los supuestos de conciliación de las abogadas y abogados y que suponga la plena equiparación de nuestros derechos con las demás profesiones o empleos.
Cuarto. Queremos hacer nuestra parte, con la ciudadanía y otros agentes, en la tarea imprescindible por la reforma inaplazable de la Administración de Justicia, incluyendo el sistema de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial, además de por lo motivos que reclama gran parte de la judicatura, en pos de la separación de poderes, para que, no solo podamos ser electos, sino también electores. Queremos aportar nuestra colaboración para lograr una Administración de Justicia más accesible, mucho más rápida, mucho más eficaz, como poder realmente independiente al servicio de la ley y la ciudadanía.
Los anteriores puntos no se entienden sino comprendidos en la relación de la Abogacía con las personas necesitadas de justicia. Sin persona necesitada de protección jurídica, no se entiende la Abogacía y sin la existencia de una Administración de Justicia eficaz decae la posibilidad del cumplimiento del mandato constitucional por el cual «Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del in
dividuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social»Quinto. Como colectivo queremos aportar la mayor sensibilidad para hacer frente a los problemas y retos a los que se enfrenta la ciudadanía. La Abogacía no debe ser ajena a los urgentes problemas del siglo XXI, que pueden sintetizarse, sin ánimo exhaustivo, en los siguientes: el establecimiento de condiciones efectivas de igualdad entre mujer y hombre en los ámbitos públicos y privados; la desprotección por la creciente desigualdad de las capas más vulnerables en la sociedad; los problemas medioambientales; los generados mediante las Tecnologías de la Información y de la Comunicación y la bioética.
Sexto. Todos los retos debemos canalizarlos, buscando salidas en permanente diálogo y acuerdo, para romper con las inercias del pasado. La principal inercia era para la Abogacía la nuestra. Era romper con la soledad y desconexión desde la que peleamos una cotidianidad cada vez más y más dura. Esa situación se ha empezado a romper en Córdoba estos dos días. Nace la abogacía que se une tejiendo una red cada vez más tupida.
La Red de Abogadas y Abogados llevará a efecto todas las acciones, estratégicas y tácticas, se dotará de los instrumentos necesarios para la consecución de estos objetivos.
La Abogacía Independiente no se enfrenta a nadie, solo nace enfrentada al presente con el que está disconforme, con una realidad que, como a otros muchos colectivos, nos hiere y amenaza.
Nacemos unidos en una inteligencia comprometida para ganar el futuro.
En Córdoba, a 30 de noviembre de 2019